Discretamente, la hermosísima mujer se retiró por unos momentos de la mesa de la fuente de soda y se dirigió hacia el baño para retocar su rostro, abrió su bolso y de ahí sustrajo el lápiz labial de un color rojo intenso, que aplicó con muchísimo cuidado.
Se dirigió sigilosamente hasta lugar donde estaba su amado, se sentó con alguna precaución y lo besó apasionadamente. El hombre se desplomó sobre la mesa, mientras ella se retiraba apresuradamente de aquel sitio con una leve sonrisa entre los labios, porque su plan funcionó pefectamente y fué una excelente idea esa de aplicar un poco de veneno en el pintalabios, para matarlo a punta de besos.
Se dirigió sigilosamente hasta lugar donde estaba su amado, se sentó con alguna precaución y lo besó apasionadamente. El hombre se desplomó sobre la mesa, mientras ella se retiraba apresuradamente de aquel sitio con una leve sonrisa entre los labios, porque su plan funcionó pefectamente y fué una excelente idea esa de aplicar un poco de veneno en el pintalabios, para matarlo a punta de besos.
Jorge Várgas