A veces el azar hace de un cruce de caminos algo mágico
Siempre digo que la vida y las personas que están a tu lado son comparables a un camino.
Un grupo de gente sale a caminar. Al cabo de un rato el ritmo del paso es diferente entre ellos.
Si la conversación de un compañero te agrada es posible que trazando una línea recta vuestras orejas estén simétricas. Puede pasar también que la persona más cercana al escucharos se interese y se una a vosotros.
Otras veces te aburre el tema y aceleras hasta alcanzar a los de más adelante, o simplemente te distraes mirando cualquier cosa y una parte del tiempo lo haces sola.
Como ese día hay mucha gente caminando se da el encuentro con desconocidos y tu grupo se forma entonces con los nuevos y algunos de los que quedaron contigo.
En un momento llegáis a un cruce. Ahí pueden pasar varias cosas:
Todos esperáis y decidís rumbo izda. o dcha.
No todos están de acuerdo, así que algunos se enfadan entre sí y toman direcciones contrarias casi sin despedirse.
Otros lo hacen como amigos.
Y hay quien ni siquiera se despide, ¡qué amargos!
El momento mágico llega cuando en uno de esos cruces se da el encuentro con alguien que tomó un camino diferente al tuyo y este desemboca en ese punto a la misma hora, y si además ambos en ese segundo estais recordando la última conversación que habíais mantenido unos kilómetros atrás, el camino junto a esa persona se hace inevitable.
- Justo me acordaba de lo que hablamos hace unas horas
- ¡no me digas! andaba pensando lo mismo